Sería repetirme si dijera aquello de que “en arte
todo está realizado”, pero así es. Y cuando el arte y la creatividad parecen
entrar en una línea monótona que no despierta nuestros sentidos es cuando en
todas las disciplinas se echa la vista atrás para resurgir de las cenizas y
decir “todo tiempo pasado fue mejor” o por lo menos “todo tiempo pasado nos
enseñó”. Pues bien, el Art Nouveau (este blog 26.2.2011) buscaba precisamente
crear algo diferente, renovar el arte y aunque finalmente quedó en una utopía,
sirvió para que todas las disciplinas se vieran inmersas en el movimiento. Se
sirvieron sobre todo de la naturaleza, de las formas orgánicas, y de las formas
femeninas como fuente de inspiración y aunque se desligó de movimientos
anteriores, también miró hacia el romanticismo.
Ninguna disciplina fue ajena a este movimiento,
pero sin duda fue la joyería la que se vio profundamente transformada y no
solamente en sus diseños, sino por pasar de ser un simple objeto bello
destinado a un sector determinado de público, a convertirse en una pieza de
arte.
El joyero evolucionó de simple diseñador a
artista. Del diseño isabelino, preciosista pero que apenas había evolucionado y
cuyo principal valor estaba en los diamantes, se pasó a utilizar todo tipo de
materiales y piedras semipreciosas. Y entre todos esos materiales tuvieron
cabida el vidrio, el hierro, los esmaltes, en una palabra, todo era factible de
ser convertido en una pieza artística gracias a las manos del artista-joyero
porque el fin de estos era crear piezas de arte.
Me siento más identificada y cercana a toda
representación minimalista en cualquier disciplina, pero no puedo dejar de
detenerme en las joyas Art Nouveau ya que no cumpliendo precisamente las
premisas de un arte minimalista, el Modernismo, en cuanto a joyas se refiere,
tuvo una enorme significación para la joyería por los laboriosos y ricos
trabajos que se realizaron en las piezas inspiradas en esa época.
La riqueza de una pieza modernista en joyería es
de un alto valor porque radica, no solo en el valor económico, sino en tener la
habilidad y creatividad de saber crear una joya, una pieza de arte, con
materiales no nobles y sobre todo, con materiales que hasta ese momento no se
asociaban a la alta joyería.
El hierro, el vidrio, el ámbar, el marfil, los
esmaltes y todo tipo de materiales se convierten en joyas preciosas gracias al
buen hacer del joyero-diseñador. Y no podría ser de otra forma teniendo como
fuente de inspiración la propia naturaleza con sus bellas y redondeadas formas.
Lo mismo que sucedió con la arquitectura, con el
mobiliario, o con otras disciplinas la joyería modernista quiso representar un
arte que rompía con materiales, diseños y estéticas obsoletas, que se renovaba
y que además de inspirarse en las formas naturales también incorporaba
materiales de esa revolución industrial como el hierro o el vidrio.
En el Art Nouveau todo valía para llevar la
belleza hasta un estamento más popular. Se pretendía socializar la belleza por
decirlo de alguna manera, y la joyería no podía ser ajena a esta revolución.
Por otra parte hay que tener en cuenta que el movimiento pretendía a su vez
huir de una producción masiva de los objetos o piezas, por lo cual la joyería
iba a cumplir perfectamente todas las aspiraciones en las que se basó el Art
Nouveau.
Que fuentes de inspiración sean la naturaleza y
las formas orgánicas también ayudan a los diseños de joyas. Esas formas
redondas, suaves y naturales son perfectas para que sirvan de ensamblaje al
ámbar, al jade o simplemente para ser adornadas con bellos esmaltes.
También tenemos que hacer hincapié en la gran
importancia que este movimiento daba en sus diseños a las formas femeninas.
Asociamos con mucha frecuencia las joyas a la estética femenina y esta fue
profusamente utilizada en el Art Nouveau, desde las curvas delicadas, pasando
por los abundantes cabellos ondulados o los amplios vestidos drapeados. Las
joyas ayudaron a resaltar esa tendencia a la sensualidad y a una estética
basada en el despertar de los sentidos.
Fueron muchos los representantes del Art Nouveau
(llamado Modernismo en España y América) pero cuando se habla de Art Nouveau en
joyería se debe de nombrar sin duda a René Lalique. El fue el que hizo que las
joyas fueran piezas inspiradas en la naturaleza y el que abrió el camino de
este estilo a otros como Fouquet, Eugène Tourrete, Marcel Bing, Bucherón y
muchos más.
Fue en la Exposición Universal
de París de 1889 dónde René Lalique presento sus obras que en esa ocasión no
tuvieron gran existo. Tendrían que pasar unos años para que su obra comenzara a
ganar seguidores. Como toda aquella creación diferente y rompedora, la mayoría
de las personas, aunque admiraban su obra no la encontraban comercial. Poco a
poco sus colores, formas y diseños fueron introduciéndose a nivel popular hasta
llegar a ser un referente en la joyería.
La naturaleza fue sin duda base de su inspiración
y en cuanto a técnica desarrolló una combinación de metales, gemas y una gama
cromática no demasiado amplia pero que fue su sello personal. Todo ello para
ofrecer unos diseños que no tenían límite y que hasta ese momento eran
impensables.
Si he mencionado la figura de la mujer con sus
formas como parte importantísima en todo el movimiento Modernista, Lalique iba
a dar rienda suelta a su fantasía para crear, inspirándose en la figura
femenina y la propia naturaleza, piezas en las que lograba una metamorfosis
entre ambas.
No es de extrañar que la joyería surgida dentro
de ese movimiento fuera considerada revolucionaria si tenemos en cuenta que
durante siglos pensar en joyería era centrarse en diamantes, gemas y piedras
preciosas, una joyería fina dirigida a un determinado comprador.
Con este movimiento el diseño cobra un gran valor
y sobre todo afirma que las piedras preciosas por si solas no son garantía de
obras de arte. La prueba de ello fueron las joyas que se crearían en ese
momento utilizando los materiales que hemos mencionado y que se alejan bastante
de los materiales nobles.
Vidrio, marfil, esmaltes, piedras de todo tipo
elaborados con una técnica exquisita que llegaba hasta ocultar los engarces con
el objetivo de no desviar la vista del propio diseño. Técnicas como el
cloisonne que con sus hilos de oro permiten repartir el espacio para depositar
bellos esmaltes, efectos vidriera con los propios esmaltes y un sin fin de
técnicas que hizo que la joyería fuera sin duda considerada un arte y además un
arte que caló en todo el público no solamente en un sector elitista.
Y es que no se puede olvidar que esos artistas
eran también finos artesanos formados en las técnicas del siglo XX, con sus
materiales innovadores y que dominaban la maestría del oficio. Nunca mejor que
en este movimiento se ha podido ver la maestría de un oficio elevada al status
de arte.
Todo ello dio como fruto las bellas joyas que aun
hoy en día sirven de modelo para muchos diseñadores que vuelven su mirada a
aquel movimiento como fuente de inspiración para sus colecciones que en muchos
casos ya están ocupando museos.
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