viernes, 19 de junio de 2009

TARSILA DO AMARAL o la dicotomía modernidad-raíces.








Si la situación de la mujer no ha sido, ni es fácil en ningún ámbito de la vida, tampoco la de la mujer artista iba a ser menos. Bien es cierto que en los llamados círculos artísticos la visión más liberal o más abierta ha dado pie, según vemos a lo largo de la historia, a que la mujer pueda expresar su creatividad algo más fácilmente que en otros sectores de la sociedad, pero no nos engañemos, la desigualdad ha existido también entre las llamadas mujeres artistas. Posiblemente fueron las surrealistas las que además de llevar adelante su tarea artística, mejor supieron posicionarse como mujeres dentro de un ambiente de hombres, pero aún así hay que recordar que muchas de ellas, a pesar de su talento, lo hicieron a través del compañero, del novio, o del amigo.

No, no lo tuvieron fácil, así que considero que el trabajo de toda mujer artista ha de ser doblemente valorado porque su largo camino hasta el reconocimiento ha sido bien duro.

En este año 2009, la Fundación Juan March (Madrid y Santiago) nos está dando opción de admirar una artista, que ya tuvimos ocasión de disfrutar hace un tiempo de la mano de Fundanción La Caixa. Me refiero a la gran pintora brasileña TARSILA DO AMARAL (Brasil 1886-1973).



LA LUNA (1928)


La más reconocida pintora de Brasil estudió en París, con conocidos maestros como Emile Renaud, André Lhote y Fernad Léger, pero será este último el que va a influir fuertemente en su obra.

A la vuelta de su segundo viaje a Francia en 1920, la pintora no volverá a ver del mismo modo su São Paulo natal. Se trajo una nueva creatividad de aquella ciudad plena vanguardias.

Aplicó las enseñanzas del cubismo, del fauvismo y del surrealismo a su tierra brasileña, a la selva y a sus cielos. Tarsila do Amaral llevó la vanguardia a la barroca América y encontró en lo local, un nuevo hallazgo estético.

Con Oswaldo Andrade, poeta, novelista, amante y compañero y con Blaise Cendrans viaja al Norte de Brasil a estudiar su cultura popular y redescubrir el pasado colonial de aquellas ciudades. Los cuadros de Tarsila realizados a partir de dibujos después de este viaje están inmersos en la cultura de Brasil Un postcubismo envuelto de un sentimiento localista.


En uno de los libros de viajes de Cendrans aparece un dibujo suyo “Mujer Negra” que apunta lo que va a ser la obra de Tarsila en adelante.




LA NEGRA (1923)



Es incuestionable el papel que “La negra” representa en el arte brasileño del siglo XX e incluso en el contexto del Modernismo.

Es una imponente y majestuosa figura que reúne en sí, el deseo de renovación formal, síntesis captada en el contacto con las lecciones de cubismo y en el modelado no anatómico de esta figura.

Es una figura extraña, desprovista de caderas, las piernas delante, como si surgiese de un universo extraterrestre. Su expresión es enigmática. No obstante la imagen domina la composición de manera frontal. A una cierta “brutalidad”, se contrapone un fondo geometrizado, en franjas horizontales de color mate que contratan con el blanco ,teniendo la belleza plástica de la hoja de bananera entre la negra y el fondo abstracto.



Desde esa fecha realiza una serie de obras centradas en dos temas en contraste. La ciudad y la favela. Presenta la ciudad con casas sin personas y sin perspectivas.

La ciudad de Minas Gerais con sus iglesias barrocas y sus casas rústicas le dan el color para su arte. Es un periodo de una obra mixta entre arte ingenuo y cubismo.




LAGUNA SANTA (1925)


Cuando Tarsila realizó su primera exposición individual en París en 1926, un crítico dijo que el trabajo de Tarsila iba a marcar una fecha histórica de la autonomía artística de Brasil. Era un periodo en que se vivía una preocupación por dar valor a las raíces y a la creatividad popular, no sólo en la pintura sino también en la música, en la literatura y en la arquitectura moderna en la que aparece de manera pionera el Paisajismo y la vegetación tropical acompañando a una visión urbana. Esta dualidad, internacionalismo-nacionalismo, va a ser desde ese momento una característica del modernismo brasileño.


Es a partir de 1928 cuando comienza un periodo más creativo para Tarsila. Es un periodo en el que intenta abrazar contradicciones como America-Europa, primitivo-moderno, rural-urbano.

De esa etapa “modernista es su cuadro “ABAPORU”, conjunción de palabras tupí-guaraní (aba significa hombre y poru que come).

En sus obras investiga la identidad nacional y puede representar una guerrera amazónica o la imagen de la fecundidad.



ABAPORU (1928)


Finalmente y según ella misma declaró, su pintura se inclina hacia la exageración de los elementos mágicos, oníricos y suprarreal, aún sin haber sido parte del movimiento surrealista.

La crisis de 1929 también hace mella en ella. Su pintura evolucionará hacia un realismo social, aunque en sus últimos años volverá a sus primeros temas, ya no tendrán la fuerza del principio.




SEGUNDA CLASE (1933)


La obra de Tarsila tuvo un reconocimiento tardío en París en el Museo de Arte Moderno en 1927.Posiblemente el primer reconocimiento después de su desaparición.

Lo interesante de la obra de esta artista es lo que tiene de “exotismo”, en el sentido de colorido, magia, pero sin anular la originalidad de su pintura. Su pintura encarna la “modernidad” sin la pérdida de sus raíces.



VENDEDOR DE FRUTAS (1925)


En la actualidad su pintura está expuesta en museos como el Hermitage de San Petersburgo, o el Centro Reina Sofía entre otros, además de haber numerosa obra suya en colecciones particulares.


NOTA: Para mejor visualizar la fotografía “picar” con el ratón encima de las que interesen.

Para la lectura de entradas anteriores, ir a la ventana de la derecha y “picar” en los años y meses. Se desplegarán los títulos correspondientes a cada fecha.


Fuentes utilizadas:

Archivo propio, Arte Latinoamericano del Siglo XX (Brasil, Ivo Mesquita), Latin American Art (catálogo de SOTHEBY'S) N.York 2001, Women Artists. Femmes artistes du XX et XXI siècle.

Todas las fotografías utilizadas son de archivo propio.

sábado, 6 de junio de 2009

CERAMICA TRIBAL. Un ejemplo: NIGERIA



CABEZA DE TERRACOTA CULTURA IFE. NIGERIA

Repetidamente he comentado que para la arqueología el hallazgo de restos de Cerámica es muy importante. Su facilidad de conservación hace que llegue a nuestras manos en unas condiciones que nos proporciona mucha información sobre aquellos que han vivido valiéndose de ella. Se ha demostrado que muchos restos encontrados tienen una antigüedad de hasta 30000 años. Los datos que nos proporciona la cerámica son inestimables.
A semejanza de otras artesanías la cerámica se desarrolló en diferentes épocas en el pasado y en zonas muy separadas. Algo que también he comentado con anterioridad es el hecho de que las técnicas implicadas fueron reinventadas incontables veces en distintos lugares.
En realidad, aquellos artes y oficios que son fundamentales para el hombre, tienden a desarrollarse en la raíz cultural del propio pueblo, más que a propagarse. Así que los métodos empleados para hacer cerámica en el hemisferio occidental, son los mismos que los empleados en Eurasia y África, aunque estas culturas no estén en absoluto en contacto.
El proceso de cocción de la arcilla para hacerla dura y duradera es de gran antigüedad. Una invención primitiva paralela al descubrimiento y control del fuego. La cerámica primitiva no se cocía en hornos sino a fuego abierto en pozos poco profundos que contenían el fuego. Sin duda el primer proceso de cocción fue colocar las vasijas en el suelo y hacer un fuego alrededor de ellas.
Este sistema de cocción se utiliza aún hoy en día en lugares de África y a esto quiero referirme en el artículo que hoy escribo. : A LAS SOCIEDADES TRIBALES PRIMITIVAS MODERNAS.

Comunidad Alfarera de SOKOTO (Nigeria del Norte)

En ciertos lugares han sobrevivido grupos de gentes al margen de cualquier civilización avanzada. En algunos casos las culturas existentes son ligeros desarrollos de los modelos NEOLITICOS. Algunas han utilizado habilidades tecnológicas básicas. Las zonas en las que han continuado tales sociedades son: África, Oceanía, Melanesia e Indonesia y ciertas partes de Medio y Cercano Oriente.
Muchas de esas zonas han sobrevivido protegidas por barreras naturales, como selvas, montañas desiertos o mares y sus culturas se han desarrollado lentamente y sin obstáculos.
En estos medios la mayor parte la Cerámica refleja una necesidad social, bien religiosa o funcional, raramente se hace por su propio valor.
En general se incorporan a las vasijas alguna forma de decoración que no tiene una finalidad práctica, pero que se considera que hermosea y anima la forma.
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En muchas regiones, el clima cálido y la escasez de suministro de agua, han dado como resultado una abundancia y variedad de recipientes para el almacenamiento de ésta, que toman gran variedad de formas.
En Nigeria, por ejemplo se hacen cántaros, cuencos, aguamaniles pequeños frascos y grandes urnas. En general son vasijas de grandes bases redondeadas para descansar sobre suelo de arena o asentarse en los rescoldos del fuego y con fuertes bordes para verter el líquido.
Técnicamente es una cerámica sencilla, pero hecha a mano hábilmente por hombres y mujeres que se especializan en moldeadores de vasijas. Otros se centran en la cocción.

Alfareras de la tribu GWARI (Nigeria del Norte)

La arcilla suele ser local, y se ha demostrado que es adecuada. Se prepara cuidadosamente, quitando las piedras y en algunos casos se deja secar y se muele antes de mezclarla con arena, conchas o pedernal para mejorar sus cualidades. En su versión moderna, nosotros los ceramistas diríamos mezclada con chamota. La chamota es el propio barro cocido, molido y nuevamente mezclado con el barro que vamos a utilizar, para de esta manera darle mayor poder refractario (mayor posibilidad de aguantar el choque térmico del fuego).
Las vasijas pueden hacerse con cualquier método de trabajo a mano. Cada uno ha sido llevado a la perfección.
La tribu EILE de África oriental, que en una época fue esclava de los árabes, aprendió de sus dueños y mantuvo el uso de una rueda pivotante sencilla impulsada a mano, pero es la excepción. La mayoría de las tribus no conocen la rueda o no la han adaptado a un uso por el alfarero.
En Nigeria las cocciones son de uno de estos tres tipos.
FUEGO ABIERTO, sobre el cual puede cocerse cualquier número de vasijas, desde una a mil.
FUEGO CERCADO, en el que en un cerco circular de unos 2,5 m. de diámetros, con una pared de 1,20 cm. de alto y 22 de grueso se llena con las vasijas y leña como combustible y se cubre con hierba seca.
METODO CERRADO, que consiste en una estructura permanente de barro secado al sol, construido en forma de estufa alargada.
En este último procedimiento las vasijas y la leña combustible se empaquetan dentro del horno y el calor se distribuye bastante uniformemente a través de éste.


Una gran vasija sobre lecho de ASCUAS AL ROJO VIVO (Tribu GWARI. Nigeria del Norte)

Estos métodos no permiten el empleo de VIDRIADOS (esmaltes). De hecho el empleo del esmalte no se asocia a las sociedades primitivas.
Para dar brillo a las vasijas estas se pintan cuando están aún calientes de la cocción, con resinas vegetales preparadas con semillas de acacia o corteza de árbol. Aunque estas resinas carecen de la durabilidad del vidriado y no sirven para cocinar, dan una cualidad decorativa al recipiente y además lo hace más impermeable.
El estilo de la mayor parte de la cerámica tribal, está basado en figuras y formas La mayoría son formas copiadas de la naturaleza, por ejemplo una calabaza, aunque algunas adaptaron nuevas formas o estilos diferentes. Las tribus del norte de Nigeria incorporaron a sus vasijas cuellos estrechos de la cerámica de los invasores islámicos procedentes del Norte.Otras tribus nigerianas han incorporado objetos occidentales en su decoración incisa.
Las formas tienden a ser redondas, hinchadas y lisas.
Es en la decoración en la que se reconoce los estilos de cada cerámica local e incluso individual. En África Occidental, cada tribu tiene su propio estilo. La decoración se limita en ocasiones a motivos que se hace por incisiones

TERRACOTA CULTURA NOK. LA MÁS ANTIGUA DE NIGERIA


El trabajo de incrustación, hecho rellenando motivos incisos con arcilla de un color de contrastes es típico de la isla de Sri Lanka (antiguo Ceilán) en
el Índico. Los motivos pueden ser temas religiosos, seglares o abstractos.
En Nueva Guinea aunque hay muchos estilos locales, el motivo predominante es una representación de la cara humana muy estilizada.
En Nuevas Hebridas se aplican a las vasijas de un marrón rojo, unas tiras de arcilla decoradas con aplicaciones de formas geométricas.
El bruñido de la arcilla, frotándola antes de cocerla con una piedra o pequeño guijarro alisa y pule la superficie. Le da un brillo mate y fortalece la vasija a la vez que la impermeabiliza.



Los HAUSA de Nigeria, decoraban con este método sus recipientes.



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