Sucede en
ocasiones que aunque no estemos buscando una determinada exposición o un
determinado artista nos encontramos con
ellos como si estuvieran allí esperándonos.
Algo así me
ha sucedido en días pasados cuando acudí al Guggenheim de Bilbao a visitar las
actuales exposiciones que desde aquí recomiendo. La colección de Margrit y Hermann
Rupf recién inaugurada y la gran muestra
de Francis Bacon, ambas motivo más que
suficiente para justificar la visita al museo.
Pero fue una
sala que casi pasé de largo la que hizo que mi visita fuera totalmente
gratificante. La exposición del pintor alemán, ahora instalado en Francia,
Anselm Kiefer.
Tengo que
apuntar que la pintura expresionista, tanto el llamado neo-expresionismo como
los expresionistas alemanes me han atraído poderosamente. Como sabéis los que seguís
este blog han estado presentes en este Blog en diversas entradas a ellos
dedicadas (visitad entradas entre 20/9/2010 a 31/10/2010).
El pintor
alemán, Anselm Kiefer, está catalogado por muchos como un neo- expresionista,
por otros simplemente como un artista contemporáneo. En representación de los
neo-expresionistas o como gran artista actual, Kiefer, ha estado muy presente
en los grandes museos de arte contemporáneo.
El Pompidou
parisino dedicó una gran retrospectiva de su obra que ofreció la oportunidad de
admirar en una misma exposición 150 obras del pintor.
De profunda
sensibilidad, cercano a poetas como Paul Celan con quien se puede decir que
comparte esa tragedia personal, o esa alma desgarrada y en el que se inspira
para más de una de sus obras, Kiefer decía en una entrevista que le realizaron
a raíz de la exposición en el Pompidou que cuanto más miras el pasado más avanzas
en el futuro. Su obra está profundamente influida por la colaboración que
denuncia que toda Europa tuvo con los nazis.
Su obra es
grandiosa, y no sólo en cuanto a formato se refiere. Delante de sus cuadros,
inmensas composiciones que nos envuelven, nos sentimos en total simbiosis con
esa fuerza que manan de ellos, oscura paleta en unos, luminosa en otros, pero
cualquiera de ellas imposible de ignorar, lo mismo que esas texturas que
afloran del soporto, mezcla de materiales de todo tipo que parece llenos de
vida o acaso de “muerte”. Sus cuadros están plenos de tierra, de yute, de
ceniza o de metal. Todo un conglomerado de experimentos para expresar todo lo
que su alma sensible siente.
En la misma
entrevista que se le realizó para la exposición del Pompidou decía: “no pinto
para pintar un lienzo, para mi pintar es investigar, pero no sobre la pintura,
sino para pintar la historia de Alemania”.
Según él,
pintar es una investigación sobre sí mismo, sobre el lugar en que nació. Y en estas
muestras de su vida por la que viajamos a través de sus cuadros está bien
presente la colaboración nazi. Kiefer recuerda constantemente que muchos
colaboraron queriendo tapar posteriormente la admiración y apoyo prestado al
Tercer Reich.
Nacido en
Donaueschingen en 1945, vivió en Rastatt y estudió Artes Plásticas en Karlsruhe
y en Düseldorf. Estudió también derecho y francés. Realizó instalaciones en sus
primeras obras artísticas siendo en los años 70 cuando se pasó a la pintura.
Kiefer ha
expuesto por toda Europa y en el Guggenheim de Bilbao tiene una colección, muy
importante.que es la que he tenido la suerte de poder admirar.
De los
artistas posteriores a la Segunda Guerra es posiblemente el más controvertido
precisamente por su mirada permanente hacia ese pasado y por su clara
referencia al colaboracionismo.
Su cuadro
Margarethe está inspirado en un poema de Paul Celan que lo escribió como
consecuencia de su paso por los campos de concentración.
En sus inicios estaba muy influenciado por Baselitz
(este blog 25/3/13) trabajando gruesas capas de color en las que combinaba
vidrio, madera y otros elementos.
Fusionó pintura, escultura y fotografía con técnicas
como el collage, siempre con fuertes pinceladas y mezclando plomo, alambre, paja
y diversos materiales incluso de desecho.
Temáticamente también estuvo interesado por la
mitología alemana y por la Cábala judía.
Se pueden encontrar en sus obras, figuras míticas, nombres o siglas,
todo ello de gran significación histórica. La literatura tiene fuerza en su
obra y parece buscar con su presencia que no haya un olvido de grandes
tragedias como fue la que sufrió su país tras la guerra.
Fue hacia los años 90 cuando sus temas se vuelven más
universales aunque siguen basados en la mitología, en la religión y en la
historia.
En la actualidad está instalado en un pequeño pueblo
cercano a Avignon en donde sigue investigando en materiales y desarrollando
diversas experiencias artísticas.
En el Guggenheim sus girasoles, sus bosques y sus
imponentes texturas de metal te dejan tan impactado, tanto, que se acrecienta
el deseo de ver mucho más de esta obra imponente.…
.
Os traigo hasta aquí varias obras de Kiefer. Algunas
cuelgan en el citado museo bilbaíno y otras se pueden admirar o se han podido
admirar en diversos museos europeos.
Espero que las disfrutéis o por lo menos os conmuevan
como lo hicieron a mí.
Fuentes utilizadas: la red, prensa local.
Para la fotografía: las mismas
NOTA:
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Fuentes
utilizadas: la red, prensa local.
Para la
fotografía: las mismas
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